Nos enfrentamos ante uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo.
El cambio climático impone una enorme presión para nuestra sociedad y para el medio ambiente. Desde cambios meteorológicos que amenazan la producción de alimentos, hasta el aumento del nivel del mar que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas; los efectos del cambio climático son de alcance mundial y de una escala sin precedentes.

Está estadísticamente comprobado que la intensidad de diversos fenómenos naturales como los sismos y los huracanes han ido en aumento en los últimos años. Los efectos del cambio climático ya están aquí y afectan nuestra vida cotidiana.

Pero, ¿qué actividades son las que contribuyen más al cambio climático?
El consumo de energía, la agricultura, la industria, la producción excesiva de residuos y desechos, además de la deforestación, la combustión de carbón, petróleo y gas, el desarrollo de la ganadería y los fertilizantes con nitrógeno.

¿Y, cómo afectará esto al ser humano?
Está previsto que aumente la escasez de agua, la inseguridad alimentaria, los daños y pérdidas humanas por fenómenos meteorológicos extremos como las inundaciones, tormentas, olas de calor y sequías. Habrá zonas donde la vida será imposible por el alto nivel del mar o por las altas temperaturas. Incluso, si seguimos a este paso, el agotamiento total de los recursos podría ser una realidad, ya que los que tenemos disponibles para cada año los consumimos a un ritmo aún más acelerado que el anterior.

Para tener una idea, los recursos destinados para nuestro consumo este año se agotaron en el mes de Julio, por lo tanto, para cubrir nuestra demanda de recursos, necesitaríamos casi 2 planetas tierra.
De igual manera, nuestra salud estará en riesgo. La Organización Mundial de la Salud prevé que aumente la propagación de diversas enfermedades como malaria, dengue, fiebre amarilla y cólera; que empeorará la contaminación ambiental; y que el aumento de temperatura y la falta de agua elevarán el número de personas desnutridas. El aumento de muertes por olas de calor ya está sucediendo.

Si no hacemos algo al respecto urgentemente y no tomamos medidas drásticas, estamos favoreciendo nuestra propia extinción.
¿Que futuro dejaremos para las futuras generaciones si seguimos a este ritmo desmedido? ¿Tan siquiera habrá un futuro?
La respuesta la tenemos en nuestras propias manos y depende de todos nosotros. En los cambios que hagamos en nuestra vida cotidiana, en todas las pequeñas y grandes acciones con las que podamos contribuir, en cada nuevo árbol sembrado, ahí está la esperanza de un futuro. El momento de actuar es ahora.

No hay planeta B.
